
Cuando el sol decline hoy,
tal vez habré derramado lágrimas.
Mi alma acongojada, hijo,
estallará la tormenta.
¿Por qué es tan difícil ser madre?
¿Por qué los adultos olvidamos
que un día niños también fuimos?
Hijo mío…
Mi pequeño, te amo
y aunque a veces no comprendo
tu actuar, me duele regañarte
y mandarte a dormir
fingiéndome enojada.
No me grada hacerte esto;
solo quisiera que pudieses
comprender que hay cosas
que no deben hacerse y sin
embargo tu, ni caso haces
te burlas todavía…
Hijo…
Hoy caí en la cuenta
que te he juzgado,
no como madre, sino
como el más duro juez
que no debo ser…
¡Eres un niño!
Un diablillo que
me arranca el corazón
si así lo desea con solo
tres palabras:
¡Te quiero mami!...
Y tu dulce sonrisa
me recuerda
que Dios me ama
todavía.